jueves, 7 de noviembre de 2019

«Carreras de aviones», un disco para una nueva era




Desde que publicaran hace diez años su disco homónimo, Súper Ratones ha pasado por todo tipo de avatares hasta que por fin apareciera publicado en España, el pasado mes de mayo, su décimo trabajo de estudio, «Carreras de aviones», que también verá felizmente la luz en Argentina el próximo 29 de noviembre a través de la discográfica Sony Music. Cuando oí por primera vez este álbum no pude dejar de sentir una gran emoción, sobre todo conociendo parte de la intrahistoria que ha acompañado a la banda durante la grabación de las nuevas canciones. De hecho, la muerte de Person hace ya cuatro años supuso un antes y un después en un grupo que ha sabido sobreponerse a este duro revés para demostrar que siguen siendo abanderados de un power-pop de altos quilates.

Ese milagro ha sido posible porque, antes que nada, Súper Ratones no se puede entender sin el concepto de la amistad. Eso es lo que ha hecho que el grupo saliera adelante, especialmente a partir de una dura etapa que iniciaron en 2008 y que se cristalizó en su imprescindible trabajo de estudio «Súper Ratones», uno de los mejores de su carrera. Además del talento natural de Mario Barassi (guitarra y voz) -que es el que ha asumido el mayor peso compositivo tras la muerte de Person-, sobresale también el carisma de Óscar Granieri (guitarra y voz); el nervio de Agustín Insausti (teclados y voz) -que también ha compuesto varios temas de gran calidad-; la fiabilidad de Pablo Díez (bajo) y la nueva incorporación de Sebastián Reinholz (batería y coros), el cual le insufla una savia nueva a la formación.  
    
El primer single que lanzaron fue «Si no tuvieras miedo», una canción que rezuma optimismo por todos sus poros. Como se trata de un álbum que posee numerosas colaboraciones, aquí hay que destacar la presencia de Mikel Izal y Alberto Pérez, de Izal, banda que en los últimos tiempos ha labrado una buena amistad con los argentinos. También el disco viene a confirmar la madurez compositiva de Mario Barassi, que ya anteriormente había dado muestras de su gran talento, pero que ahora ha tenido que asumir un papel mucho más protagonista tras la muerte de Person.

Abre el trabajo  «Carreras de aviones», coescrita entre Barassi y Manuel Moretti, que junto a Víctor Bertamoni suponen una destacada presencia de Estelares en este nuevo álbum de Súper Ratones. El hecho de que músicos de tanta calidad hayan participado evidencia que la amistad es uno de los valores más apreciados por los de Mar del Plata. Otra de las canciones que más me emocionan es «Un minuto es mucho tiempo», temazo de Mario que oí por primera vez en el concierto acústico que realizaron para Radio Nacional en «Los directos de Radio 3» y que destaca por incluir un puente espectacular. Esta versión cuenta también con otro gran amigo de la banda, Juanchi Baleirón.  

 


Uno de los momentos más emotivos de este disco es cuando Mario Barassi interpreta «En tu camino otra vez», estupenda balada que compuso Person para su único disco en solitario, «Via Properzi». La voz de Person suena de hecho en los corosA continuación, viene el primero de los temas compuestos por Agustín Insausti, «Tonto temor», un delicioso medio tiempo de pop con una armónica dylaniana y la colaboración de Stebing Balaguer. La primera parte de «Carreras de aviones» se cierra con un perfecto tema de power-pop de Mario Barassi, «A remar», una de las composiciones mejores de este trabajo. 

«Me gusta la lluvia», con deliciosos toques siderales y guitarra con claras reminiscencias a The Byrds, es una de las marcas de la casa de Súper Ratones, ya que presenta perfectas armonías vocales. En ese corte vuelve a colaborar Manuel Moretti en la voz. Mario y Agustín han firmado una canción en la que el segundo pone los coros. También tiene toques sesenteros «Para hacer una montaña», que en cierto sentido recuerda al clásico «Everybody's Talking» de Nilsson. Ahí colabora Richard Coleman con ruidos y efectos de guitarra.

Otro de los momentos más emotivos del disco es «Hijo», otra magnífica balada firmada por Mario Barassi y para mí uno de los mejores cortes de «Carreras de aviones». El corte es una canción muy delicada que podrían haber cantado Crosby, Stills & Nash en sus mejores tiempos. La presencia del gran Jorge Maronna de Les Luthiers, un viejo amigo de estos músicos, y Los Tipitos le da un caché especial.

De ahí pasamos, sin solución de continuidad, a una de las canciones más rockeras del disco, «Islas», excelente composición de Agustín Insausti con reminiscencias stonianas.

«Buen humor» es la segunda de las canciones que se han recuperado de «Via Properzi» y supone un gran esfuerzo por parte de Mario a la hora de adecuarse a las características vocales de Person. La colaboración vocal de Giuseppe Lloi, con sus palabras en italiano, se hace imprescindible en un corte con claros sonidos new wave. El hermano de Person, Leopoldo Porperzi, colabora a los coros.

Y llegamos al final de este fabuloso recorrido con «Amen», la tercera y última de las canciones de Person y que también estaba en «Via Properzi». Al escuchar este tema con toques souleros uno no puede dejar de pensar en que sigue habiendo esperanza en este mundo gracias a un tema que rezuma optimismo por los cuatro costados. La segunda parte de cada estrofa la canta Ulises Eyherabida, de Rescate, y en las partes entre el estribillo vuelve a intervenir Leopoldo Properzi, que le da un toque muy emotivo, sobre todo por su asombroso parecido en la voz con su hermano.


En definitiva, estamos ante un trabajo excepcional de Súper Ratones que nos hace pensar que el grupo tiene un futuro prometedor en los próximos años.


asdadad









  


    
   





miércoles, 13 de marzo de 2019

Una breve reflexión sobre «La gran belleza»





Debo reconocer que tenía una gran deuda con esta película pero, después de haberla visto hace unos días y de rumiarla en mi cabeza a fuego lento, admito que cada vez estoy más maravillado con «La gran belleza». Muchas personas, yo mismo me incluyo, teníamos en mente la idea de que se trataba de una especie de puesta al día de «La dolce vita». Sin embargo, creo que va más allá del filme de Fellini y que logra mostrar otros planteamientos. En cuanto al largometraje que nos ocupa, Paolo Sorrentino ofrece un fresco de la vida romana a través de los ojos de su protagonista, el escritor Jep Gambardella, el cual está magistralmente interpretado por Toni Servillo. Tras haber publicado una única y exitosa novela («El aparato humano») cuando tenía 25 años, este autor ha vivido de las rentas y se ha dedicado a la labor periodística, deambulando por la noche romana y sobreviviendo a una serie de personajes que no hacen sino evidenciar desde su condición banal el sentimiento trágico de la vida. En ese aspecto, la historia está salpicada de frases memorables, como una que pronuncia Gambardella cuando los invitados a una fiesta están haciendo un tren humano: «Son bonitos los trenecitos que hacemos en las fiestas, ¿verdad? Son los más bonitos del mundo porque no van a ninguna parte.» 

Pero más allá de todo esto, «La gran belleza» es una honda reflexión sobre la muerte, eje central sobre el que gravita la trama. De hecho, aunque el escritor reconoce que su existencia le ha llevado hacia lo mundano, no puede evitar que muchas personas que le rodean fallezcan de una forma abrupta, incluso aquellas a las que más ha amado. En esos momentos es cuando el espectador se da cuenta de que las calles de Roma, sus vetustos palacios, cada piedra que forma parte de la fachada del Coliseo o, incluso, el río Tíber, no son más que símbolos que remiten hacia lo luctuoso. Esa idea está potenciada por una exquisita banda sonora donde sobresalen músicas como «The beatitudes», que interpreta el Kronos Quartet y que resaltan la espiritualidad en contraste con la vacuidad de la sociedad romana.
 


No es extraño, pues, que esta cinta fuera galardonada con el Oscar a la mejor película extranjera en 2013, además de lograr un Globo de Oro y un Bafta. Gran culpa la tienen Paolo Sorrentino y Umberto Contarello, que escribieron el guion, amén de la impresionante fotografía de Luca Bigazzi, quien retrata una Roma con todas sus grandezas y miserias bajo unos encuadres llenos de lirismo.

En cuanto a la actuación de Toni Servillo, no había tenido la oportunidad de verlo en otro filme anterior, pero el papel que hace en «La gran belleza» es para quitarse el sombrero. Su forma de abordar el personaje de Gambardella es sobria y comedida, con un sabio equilibrio en sus gestos y sin demasiados aspavientos. En el ánimo del escritor, que acaba de cumplir 65 años, siempre subyace un pesimismo existencial. Es implacable y despiadado con los hipócritas (la escritora comunista que en realidad vive como una rica aristócrata), a la vez que ofrece su lado más tierno a las personas bondadosas y frágiles.


Después de haber visto esta película, cuando regrese a Roma y pasee junto a las orillas del Tíber, ya nada volverá a ser igual. Siempre me ha cautivado esta ciudad, quizás por esa decadencia que ha sabido conservar a lo largo de los siglos, pero desde ahora sé que recorreré sus calles bajo la misma mirada de Jep Gambardella.